Después de probar varios métodos, este es mi sistema preferido para...
uno: no tener que fregar la paleta después de pintar cada día.
dos: no desperdiciar ningún resto de pintura que haya extraído del tubo y no haya utilizado
tres: no perder una mezcla de colores bien conseguida y que deseo seguir utilizando al día siguiente.
cuatro: que no se seque la pintura mientras pinto, sobre todo si hace calor.
Como veréis, todo lo necesario lo encontraremos en la cocina:
Buscamos una fiambrera con tapadera de las que nos dan en la charcutería o en el departamento de comidas preparadas de los supermercados. Colocamos en el fondo una bayeta de cocina mojada. Encima colocamos un trozo de papel vegetal. Este papel vegetal nos servirá de paleta, en él echaremos las pinturas acrílicas que tengamos que utilizar.
Al terminar la sesión de pintura, tenemos dos opciones: podemos tirar el papel vegetal y mañana será otro día o bien, si vemos que hemos dejado en él bastante pintura que podemos aprovechar, cerramos la tapa de la fiambrera y la guardamos en la nevera. Al abrirla, encontraremos nuestro acrílico tal y como lo habíamos dejado...
No es tan elegante como la clásica paleta de pintor pero da buenos resultados y si nos permite ahorrar unos céntimos de euros...
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